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viernes, 8 de noviembre de 2013

PELUQUERÍA SECRETA



Dicen en la peluquería secreta que estamos calvos de tanto desmelenarnos, que hemos gastado más en laca que en yogures y más en mechas que en fideos. Nos han convencido de que para tener buena imagen es obligatorio no comer ya que la felicidad está en el espejo y no en la nevera. Nos han dicho que el sentido común es un cuento para bobos, que el que no se endeuda no participa y que sin gastar no se crece. El ruido de las monedas nos ha dejado sordos, pero seguimos bailando al son de la locura en una enorme party de la que nunca hemos formado parte. Los peluqueros en la sombra son los que han marcado nuestro estilismo haciéndonos creer que bajo cada personal corte de pelo hay un cerebro que decide. Han conseguido que pensemos que a la salida de la pelu está esperándonos una verbena interminable. Pero, cuando menos te lo esperas, la fiesta llega a su término y alguien tiene que pagarla. Por alguna razón incomprensible, las peluquerías se han reconvertido en sombrererías. Los que nos han dejado calvos ahora nos quieren vender sombreros. 
La ventaja de haber vivido siempre en crisis es que nunca se te pasó por la cabeza entrar en una peluquería. Y la ventaja de no necesitar ir a la moda es que el cerebro, con calvicie o sin ella, está fuera del alcance de cualquier control remoto.
Dicen los sombrereros que la gente honesta es la menos atractiva, quizá porque en un mundo repleto de paleta integridad no venderían un carajo. 
Dicen que mañana habrá una fiesta de las que no se olvidan. Me voy a por laca que no me queda.

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